Alfredo Gómez Gil presentó su poemario Filamentos en el Casino de Madrid

Por Pilar Galán García

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El 14 de mayo el salón Príncipe del Casino de Madrid se engalanó para asistir a la presentación de la obra Filamentos, hermoso libro de poemas escrito por el poeta alicantino Alfredo Gómez Gil.

Nunca una voz tan cálida y sugerente, rota muchas veces por la emoción, ungida en otras ocasiones por la pasión y la sensualidad, hizo que todo el salón vibrara estremecido con los versos de  este gran poeta que camina pisando fuerte con los pies en la tierra, pero con  los ojos fijos en las estrellas.

Y fue en esa tarde primaveral cuando me topé de bruces con una poesía nueva, fuertemente entroncada en la vida misma, en el acontecer de las cosas pequeñas que nos marcan a diario, descritas con la mirada penetrante del que sabe profundizar en el cuerpo y el alma de las personas y de las cosas, para extraer de ellas su verdadera esencia, que unas veces tiene el sabor dulce del néctar y otras la amargura de la hiel. Pero es en esta dicotomía donde Alfredo encuentra el sentido de la vida y la de su “yo” más íntimo, para después transformarlo todo en poesía:

 

“Absuelto el pecado de entregarte

entregarte lo que el cierzo me donó:

ojos impertérritos al gesto

labios redondeados al verso

olfato abriéndose en sonrisa

oídos ansiosos de suspiro

tórax repleto de indulgencia”

 

Así, han ido brotando de su pluma poemas bellísimo, porque el autor de Filamentos, es ante todo, un ser fieramente  humano y profundamente divino, por la hermosura que desprenden sus versos.

Toda su obra está inmersa en un resplandor puro y diáfano que hace que sus sentidos afloren y se desborden en un canto embriagador que arrasa todo lo que encuentra a su paso contagiando su entusiasmo y vitalidad.

Sin embargo, es en su encuentro con la amada donde realmente va a  sentirse transformado por esa fuerza inconmensurable que todo lo hace más sublime:

 

“Amando supe la calidad del tacto

como tú conociste del amor la mía

amando producimos constante el aleteo

y amando proseguiré tu sempiterna partitura”

 

Y es que el amor tiene una presencia fundamental en sus versos en los que irrumpe como un sentimiento hondo, pletórico y avasallador con ese toque sensual y en ocasiones erótico que lo hace tan personal, porque no debemos olvidar que como buen mediterráneo, nacido en Alicante, sabe mezclar a la perfección la sensualidad y el hedonismo:

 

“Disfrazando tu nombre

con orquídeas apuñaladas

nos vamos al figón

a paladear bebedizos

tu carnosa boca,

algo ya desgastada

por continuos impresos”

 

Es en este poemario donde Alfredo va desgranando a golpe de hermosas imágenes su propio periplo como torbellino arrollador o como goce etéreo y espiritual, que se fusionan y se retroalimentan.

Tienen sus versos ese halo de nostalgia que a veces se vislumbra en sus recuerdos porque él como nadie, ha sabido exprimir la vida hasta la última gota con pasión de enamorado:

 

“Te soñaré…te seguiré soñando

allá donde el beso rompa su simpleza.

te ensoñaré…te seguiré soñando

acá donde la sombra no despierte”

 

Su poesía es un diario íntimo donde página a página se nos van descubriendo  vivencias  personales, anhelos cumplidos, tormentas amorosas que descargaron convertidas en lluvias mansas y purificadoras.

Así, la vida misma se hace hermosa tentación que le invita a cruzar el océano y buscar horizontes abiertos a  nuevas experiencias, que le llevarán a conocer diversos países con sus enriquecedoras culturas que van convirtiendo al poeta en un hombre universal que ha sabido hacer de su existencia un caudal de sueños cumplidos.

Aunque él mismo con ironía se pregunta el por qué se ha ido tan lejos, si lo mejor lo tiene aquí, como refleja en “Póliza”:

 

“Marché de Ulises barato

a recorrerme tendencias

y al regreso descubrí,

desde el borde de tu pecho

hasta mi suela y garganta

alerta y definitiva

mi afición asegurada”

 

Fundamentalmente es en estos tiempos actuales, donde la prisa y lo efímero parecen imponerse, cuando necesitamos voces muy firmes arraigadas en lo auténtico que nos hagan valorar lo realmente importante.

La voz de  Alfredo, se impone con fuerza ya que sabe unir la sabiduría de la madurez con la juventud del corazón para enseñarnos a transitar con los ojos abiertos y el alma expectante descubriendo todo lo que el mundo tiene de belleza, misterio, ironía:

 

“Negro sobre blanco,

blanco sobre negro

anillas entrelazadas

de olímpica sangre.”

 

A través de su obra descubrimos como sus poemas están dotados de un gran desgarro y realismo expresivo,  que han ido convirtiendo su caminar en pura poesía, mostrándonos lo que estaba escondido o en lo que nadie había sabido adentrarse:

 

“No, no me disuelvas

en charcas de ordinarios caldos,

obvio que has cambiado el misere

por batuta o cañón

del concierto de estridencias.”

 

Siempre nos quedarán sus versos resonando en nuestra memoria porque apuntan hacia valores eternos:

 

“Quiero hacer una canción sin sangre

sin muertos perdidos de esperanza

sin odio de proclamaciones subalternas

sin eludir el dolor en causa alguna.”

Por Pilar Galán García