El crepúsculo de los arios

Cambio mundial o extinción

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arios Diario de Alicante
Josep Manel Sánchez

Nada más libre que la materia, que se abre, une y se hace pensante, para explicarse a sí misma. Una asamblea de átomos que toma consciencia de lo que somos, hemos sido y seremos. Materia compleja, para entender que la historia del universo pasa por todos los seres vivos en su totalidad, y que por ellos, estamos aquí la especie humana, punta de lanza de la materia con un destino: conquistar la libertad plena y reconocerse en el cosmos, después de 18.000 millones de años de viaje.

Vamos a escribir sobre los pieles blancas -y yo soy blanco jazmín-, rostros pálidos que tratan de URBANIZAR LAS MENTES, tras esculpir toscamente una civilización salvaje y expoliadora de las materias fósiles, que han liberado de la botella a su genio devastador de la atmósfera terrestre, de sus paisajes que va desolando, tras incendios apagados con urbanizaciones, porque han exterminado las playas fusiladas por el plástico. Los pieles blancas, antiguos arios, están cavando su propia tumba, porque tendrán que volver a las cuevas, que es donde mejor podrían estar, donde menos molestan. El calentamiento global y el aniquilamiento de las capas de ozono -entre otros desastres atmosféricos y ecológicos-que nos protegían de los mortíferos rayos ultravioleta de alta intensidad, son un hecho hartamente probado e indiscutible, por ello, el cáncer de piel o melanoma, es más agresivo y virulento que nunca, y se está multiplicando exponencialmente cada año. Los arios, los blancos, solo tienen dos opciones, para sobrevivir en un futuro que ya ha llegado: mezclarse con pieles más oscuras, o volver a la clandestinidad cavernícola. Veis, ninguna etnia es superior a otra, se trata de evolución y consecuencias imprevisibles, que a veces, el devenir de los tiempos, pone a cada uno en su lugar. La paradoja es que las condiciones que unas personas crean para su propio beneficio en detrimento de otros/as, acaba perjudicando más, a quienes abusan de su poder avasallador que a los que sufren sus atropellos autoritarios y mezquinos. Los reinos se destruyen a veces a sí mismos, la codicia se transforma en veneno y al esnifar profundo, algunos acaban estirando la pata. Las playas vírgenes que han desvirgado, ya no las podrán  seguir disfrutando, porque la piel los delata, el rayo exterminador del sol, bajará por el inmenso agujero que ha provocado sus copiosas riquezas…, y esa estrella de sus fatales desdichas, proyectará un faraónico mausoleo sobre sus sombras.

Tenemos que tener en cuenta, que nuestra atmósfera terrestre necesita permanentemente el calor de un efecto invernadero, provocado por los gases naturales de los seres vivos y de los volcanes, sin ese incremento calorífico la temperatura bajaría unos 15 grados de media, lo cual provocaría una glaciación permanente y la vida humana se vería reducida a una estrecha franja geográfica, ubicada entre los dos trópicos, aparte de que una atmósfera “pura”, sin gases de invernadero, sería altamente venenosa e imposible para que existiera vida animal, con la excepción de bacterias anaeróbicas, ya que carecería de oxígeno. La cuestión fundamental es que estamos acostumbrados desde hace millones de años a una atmósfera “natural”,  creada por la propia evolución, como autoprotección, y la que nos ha endosado el “progreso” es tan artificial, por su alto índice de contaminación, que está dejando de ser compatible con la vida…, y acabará destruyéndonos. Aunque se barrunta ya un próximo cambio mundial en las consciencias.