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martes, 23 abril 2024

Oscillum, la idea de negocio que nació en la nevera de tres estudiantes

En 2019 fundaron una empresa para fabricar etiquetas que detectan el estado de los alimentos frescos y congelados con la que prevén facturar 115 millones en 2028.

Luis Chimeno, Pablo Sosa y Pilar Granado compartían piso mientras estudiaban Biotecnología en la Universidad Miguel Hernández de Elche. De un alimento en la nevera surgió la idea de negocio con la que prevén facturar “2 millones en 2023, 14,4 millones en 2024, y 115 millones en 2028”, según las previsiones que detalla Chimeno, responsable de marketing.

“Pablo tenía un producto en la nevera que llevaba abierto un par de días, con un color un poco raro y surgieron dudas sobre si se podía comer o no, y empezamos a investigar. Vimos que los consumidores tiramos un 86% de alimento no cocinado porque no sabemos cómo está ese producto y es un problema también de la industria”, dice este emprendedor.

Crearon “unas etiquetas inteligentes” de un polímero compostable, cuya formulación está patentada, que incluye unos sensores químicos que miden el estado de las moléculas de carnes y pescados, frescos o congelados. En función de los parámetros atribuidos a cada estado se activan unos reactores que marcan colores que indican si el alimento se puede consumir o no.

Su elemento diferencial es “ser de los únicos que medimos lo que pasa en el alimento mediante detección de moléculas específicas”, frente a otras tecnologías “que intentan simular el estado del alimento en función de las condiciones de almacenamiento como la temperatura”, que al final “no es cien por cien efectivo”, explica.

El producto está en proceso de homologación europea “para certificar que no hay migración química hacia el producto o que no cambian las propiedades de los alimentos”, apunta Chimeno. En paralelo están adaptando las etiquetas a la fruta para medir maduración y propiedades. Aquellas en las que no se consume la piel no requieren homologación por lo que las distintas etiquetas podrían salir al mercado a la vez: “a finales de 2023 o principios de 2024”, estima. En el futuro también desarrollarán etiquetas para lácteos, procesados o embutidos. “Queremos adaptar la tecnología para el mayor tipo de productos posible”, asegura.

Los socios y fundadores de Oscillum, Pilar Granado, responsable Técnica; Pablo Sosa, CEO, y Luis Chimeno, responsable de Marketing.

Potenciales clientes

La industria, gracias a apariciones en medios de comunicación y concursos, ha llamado a su puerta antes de iniciar la actividad comercial. Sus clientes son productores y distribuidores de alimentación, con marca blanca, que hacen procesado, cortado y envasado. También ha mostrado interés la industria del embalaje.

Empezarán en el mercado europeo, con Alemania, Austria y España por “la concienciación en sostenibilidad y alto desperdicio de alimentos y porque contamos con partners para llegar al mercado”, asegura. También han mantenido conversaciones con cadenas de distribución suizas como Coop y Migros, o la productora de carne, HKScan, de Finlandia.

Sus primeros ingresos procederán de las pruebas con los primeros clientes y en 2028 estiman facturar 115 millones – el 75% por etiquetas de carne- por el alto volumen de etiquetas que necesitan productores y distribuidores de gran tamaño.

Han invertido en el proyecto unos 600.000 euros de fondos propios y premios y prevén abrir dos rondas. La primera pequeña y la siguiente en el marco de una subvención europea, a la que han concurrido, que aporta un 70% del proyecto en subvención y otra parte en Equity, que implica la entrada como inversora y accionista de la Comisión Europea. La inversión estimada es de unos 7 millones, aunque no está cerrada, y “lo ideal sería buscar inversores que coinviertan con la Comisión al 50%”, asegura.

Esta inversión se destinará a la comercialización y a la construcción de una planta de producción. La previsión es alcanzar los 30 empleados en 2029.