Por el camino pedregoso de unas nuevas elecciones (10 N)

Si Pedro Sánchez no podía dormir pensando en un gobierno de colación con Unidas Podemos y con los otros disidentes de este país, nosotros, los ciudadanos teníamos pesadillas horribles de psicoanálisis.

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Oigo decir a muchas personas  que no van a votar porque ya han votado tres veces, y han cumplido con su obligación ciudadana, que su trabajo ya está hecho. Pero dejar de votar es un tremendo error, es dejar de ejercer nuestro derecho democrático que tanto ha costado después de cuarenta años de dictadura sin derecho al sufragio universal. Si los indecisos no van a votar, ten en cuenta que otros votarán por ti, por ejemplo los militantes de partidos, el que sea, todos ellos irán a vota a su partido como una obligación. Votar es una responsabilidad, un deber y si cabe una obligación. Yo sí voy a ir a votar el 10 de noviembre, nada será tan prioritario, ese domingo como ir a mi colegio electoral, y temprano para no encontrarme aglomeraciones.

Ya sabemos que los políticos no se ponen de acuerdo, porque nos encontramos con gente joven, orgullosa y ambiciosa que prefieren probar suerte, a ver si la fortuna les viene de cara. Acabamos con el bipartidismo: error. Elegimos a líderes jóvenes: error. La juventud es bella y atractiva, pero poco sabia, Ronald Reagan tenía 73 años en 1984 en su reelección como presidente de Estados Unidos. En cambio, en  esta Europa del perfil griego, los queremos jóvenes y atractivos como el que fuera presidente de Grecia Alex Tsipras.

Ahora resulta que Iñigo Errejón, el niño díscolo de Unidas Podemos, crea su propio partido “Más País” para acudir a las elecciones generales, con la intención de dividir a Unidas Podemos y sacar una docena de diputados para apoyar a Pedro Sánchez,  con una extensión colateral de izquierda, para ello votamos directamente al original que es Pedro Sánchez. Puesto que el mensaje nos queda claro, votar a Errejón es votar PSOE. Por otra parte en una de esas trifulcas de investiduras, nunca me imaginaría a Íñigo Errejón como presidente del Gobierno, ¿os lo imagináis?, sería un gobierno trotskista, donde las clases medias serían las más perjudicadas porque a las clases altas y multinacionales son inalcanzables y opacas mientras existan paraísos fiscales.

Pedro Sánchez está en la ONU vendiendo como una victoria democrática la exhumación de los restos cadavéricos del dictador Francisco Franco como si fuera lo más urgente es España, cuando con su catastrófico mandado sin poder aprobar los presupuesto de dos años fuera lo más urgente, cuando lo más urgente en el empleo. Estoy de acuerdo que Franco debió salir del cenotafio del Valle de los Caídos hace muchos años. El socialista Felipe González  pudo ¿Y por qué no lo hizo?, porque tenía un problema más urgente como el terrorismo. Ahora Sánchez quiere contentar a su vicepresidenta Carmen Calvo y a los pocos republicanos y comunistas que perdieron la Guerra Civil 1936-1939. Resucita a Franco como dijera el nuncio del Vaticano en España es lo que están haciendo. La cuestión ideológica de los socialistas es abrir viejas heridas entre las los Españas, eterna confrontación que les da réditos electorales. Pero nada tiene que ver la derecha actual con los herederos del franquismo, son asuntos diferente, ni siquiera Vox lo es, por muchos que los nuevos “rojos” los satanicen. Porque todo los partidos han de ser constitucionalistas por Ley. Que salga Franco, sí pero que salga ya.

Se veía venir este sainete propio de Arniches en pleno siglo XIX con una instabilidad política del carajo (con perdón). Quería Iglesias meter el Rey Felipe VI  por medio para comprometerlo en su imparcialidad parlamentaria, y le salió un proyecto rana que cantan en el desierto. No sabía que Felipe VI es un Jefe del Estado muy estricto en los deberes y obligaciones de la Corona en el marco constitucional. Han utilizar el Congreso como una barraca de Hoguera, dando grito y música hasta las altas horas de la madrugada.

Con la no investidura de Pedro Sánchez, por parte de la izquierda radical o extrema izquierda  nos han demostrado que la izquierda no existe, sino que es un entramado de siglas y de intereses particulares y partidistas, y de cambio de cromo y de sillones.

No les bastaba con provocar en los españoles  un inmenso cabreo burlesco de circo con payasos y todo en estos seis meses vacíos y perdidos. Todo esto ha sucedido por jugar a las mociones de censuras y encima con inri ganarlas, y aquí estoy yo, porque sí, de acuerdo con la leyes parlamentarias de la mayoría de los diputados. Las ganó Sánchez y ha sido presidente del gobierno sin el voto ciudadano.

El papel del Monarca en la formación del Gobierno se prescribe en el Artículo 99 de la Carta Magna y el domingo 10 de noviembre tendremos otra vez las cansinas elecciones generales donde ser presupone, lamentablemente, una gran abstención. Queríamos durante cuarenta años de dictadura franquista poder votar, y ahora que podemos no votamos, y de recordar que el sufragio universal de la fue posible en 1931 en la II República ganara a la diputada Calara Campoamor del Acción Republicana de Manuel Azaña; en contra de otras dos mujeres en el Parlamento: Victoria Kent y Margarita Nelken. Porque había únicamente tres mujeres. Y en esta tesitura historia y el momento actual de reivindicaciones feministas, por la igualdad  y contra violencia de género, pienso que son las mujeres las más interesados en ir a votar el 10 N (décimo día del onceavo mes).

Hemos asistido a una farsa de seis meses entre dimes y diretes y en que hay tiempo para dialogar. ¡Cómo sería la colación con Unidas Podemos que Sánchez no podía dormir! Si el presidente en funciones no podía dormir por la llegada de los marxistas reciclados con la Izquierda Unidad de Alberto Garzón, la Ada Colau, con los nacionalistas de Compromís valencianos (que ahora se van con Errejón) y los de Equo de los Verdes parece una comedia esperpéntica de valle Inclán o la triste época azul y psicológica de Picasso.  Imagínese amigos lectores como estamos nosotros, tenemos pesadillas. Y que Hacienda se convertiría en la Gestapo del nazismo.

 

Por otro lado en un Centro político que no sé sabe muy bien donde están sus límites, tenemos a  Albert Rivera. Recuerdo los gritos de los militantes direccionada a los micrófonos de  TVE (no espontáneamente sino adrede):  «Yo, o Rivera», y recuerda lo que le gritaban sus militantes la noche que ganó el 28 de abril: «¡No con Rivera!». Y ¿quién sabe qué votarán los españoles el 10-N, sobre todo aquellos que hemos visto  al presidente en funciones caído en su propia trampa, dando bandazos en aguas revueltas. Las elecciones pueden ser malas pero la alternativa de gobernar con nacionalistas y extrema izquierda es todavía peor. Votar otra vez no es la solución puesto que los resultados podrían ser similares a las del 28 de junio ¿y entonces qué van a hacer ¿la quintas la sextas elecciones? Hasta que a Sánchez le convenga.

Vamos camino de  parecernos políticamente a Italia, por  el pedregoso camino de la antigua  Vía Apia pedregosa, pero contentos con los idus de marzo (días buenos) aunque noviembre sea el mes de Todos los Santos, esperemos que estos muertos no se despierten y alguno/na vaya a votar con la lápida a cuestas. Porque la lápida de Franco está a punto de levantarse, y para  que luego el cadáver no esté dentro, ¡que risa no vamos a llevar!

En fin que cada cual  vote  en conciencia y que Dios nos pille confesados. No soy partidario de la abstención.

 

Firmado por Ramón Palmeral.