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lunes, 6 mayo 2024

AVA-ASAJA cifra en 400 millones los daños agrarios en el campo valenciano en 2023

El presidente de la asociación asegura que 'Bruselas es la banda de música que tocaba en el Titánic y la agricultura mediterránea es el barco, que se está hundiendo'

La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) ha cuantificado este viernes en 400 millones de euros las pérdidas del sector agrario de la Comunitat Valenciana en 2023, debido a las mermas de cosechas por las adversidades climáticas, los elevados costes de producción, la competencia desleal de las importaciones, la falta de soluciones eficaces para hacer frente a las plagas y enfermedades, los daños récord de la fauna salvaje y el aumento de los robos en el medio rural.

En este sentido, el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, ha reclamado a todas las administraciones un plan de choque, a varios años vista, para garantizar la viabilidad agraria: “Los políticos de Bruselas son como la banda de músicos que tocaban en el Titanic mientras la agricultura mediterránea, que es el barco, se está hundiendo para dejar de ser una preocupación para ellos. Nosotros no somos una preocupación, somos la solución”.

“Necesitamos que las administraciones se mojen más para ofrecer una cobertura total del seguro agrario, aportar transparencia a la cadena alimentaria, revisar los acuerdos comerciales, potenciar una investigación que permita cultivos más adaptados al cambio climático y soluciones eficaces contra las plagas y enfermedades, incentivos para concentrar explotaciones y recuperar tierras abandonadas”, ha indicado.

Del mismo modo, desde la asociación agraría han hecho repaso de las principales consecuencias para las cosechas. Por segundo año consecutivo, el cambio climático causó estragos, si bien en 2023 la siniestralidad agraria en España batió su récord histórico con 1.300 millones (un 60% más que en 2022) de indemnizaciones de Agroseguro.

170 millones de pérdidas directas razones climáticas

Además, AVA-ASAJA eleva a 170 millones las pérdidas directas por razones climáticas en la Comunitat. La sequía, las elevadas temperaturas y las granizadas fueron algunas de las inclemencias más extremas que ocasionaron desplomes de cosechas respecto a la media de los últimos años: cítricos (-15%), uva (-40%), arroz (-15%), caqui (-40%), frutas de hueso (-40%), almendra (-50%), olivar (-50%), cereales (-60%), etc.

En un contexto de inflación, donde los precios de los alimentos sufrieron un incremento interanual del 9%, la subida generalizada de las cotizaciones a pie de campo no permitieron en la mayoría de los casos compensar esta bajada de producción y, además, cubrir los costes de producción, los cuales se mantuvieron extraordinariamente altos, un 30% más que antes de la guerra. Incluso en producciones mermadas como el vino tinto, la almendra y la algarroba los precios en origen fueron a la baja. El impacto por este capítulo ascendió a 80 millones.

La sistemática supresión de materias activas fitosanitarias y la generación de resistencias siguieron dificultando la lucha contra las enfermedades y plagas, como el Cotonet de Sudáfrica y los ácaros en cítricos, las moscas blancas y cotonets en caquis, la pyricularia en el arroz, etc. En 2023 llegaron a la Comunitat la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) y la avispa asiática (Vespa velutina) que provocaron nuevos perjuicios a ganaderos y apicultores. Las pérdidas en materia de sanidad vegetal y animal se situaron en 70 millones.

La superpoblación de fauna salvaje, sobre todo de jabalíes, disparó los daños agrarios hasta los 50 millones, un 25% más que en 2022. Por su parte, la escalada de robos de naranjas en la presente campaña citrícola aumentó las pérdidas de la delincuencia rural a 30 millones, en un año negro con importantes sustracciones de cosechas, maquinaria e instalaciones de riego.

2023 fue también el primer año de la nueva Política Agrícola Común (PAC) que comportó menos beneficiarios, más burocracia y nuevas exigencias ambientales no adaptadas a la realidad de los cultivos, aseguran desde la entidad. “Las instituciones europeas libraron una dura batalla entre los impulsores de un Pacto Verde diseñado de espaldas al campo y los partidarios de medidas acordes a la ciencia y de aplicación real en la agricultura”, indican. .