Desde hace semanas hay una serie de la que todo el mundo habla y por la que Fundación ANAR se muestra especialmente preocupada. Se trata de ‘El Juego del Calamar’, una ficción en la que se pueden ver conductas violentas y arriesgadas y retos que pueden poner en peligro la vida de quien los realice. El problema está cuando este tipo de contenidos llegan a los niños, niñas y adolescentes, que muchas veces no son capaces de entender que se trata de una ficción y que no debe de imitarse los comportamientos de la serie en la vida real.
“La serie no está destinada a menores de edad, pero cuando este tipo de contenidos violentos llegan a los más pequeños se está produciendo una auténtica alarma social, ya que los menores de edad imitan las conductas violentas y tratan de realizar los peligrosos retos que se aprecian en la serie”, señala Benjamín Ballesteros, director de Programas de Fundación ANAR.
El problema no solo se queda en los niños/as, sino que representa un grave problema para los adolescentes, que están en un momento de su vida en el que buscan sensaciones nuevas y placer, lo que puede llevarles a realizar conductas arriesgadas, poniendo su vida en grave peligro.
Además, los padres y madres no siempre son conscientes del tipo de contenidos que está viendo su hijo/a y si estos son realmente apropiados o no para ellos. Algo especialmente complicado cuando se tratan de fenómenos mediáticos, modas o presión social.
No es la primera vez que ANAR advierte del riesgo que representan determinadas series o influencias tecnológicas, que han revolucionado el comportamiento de los menores de edad. Esto es especialmente preocupante ahora, cuando los menores de edad aún arrastran las consecuencias psicológicas del confinamiento y del covid-19.
De hecho, el informe ‘El Teléfono y Chat ANAR en tiempos de COVID-19’ ya alertaba del aumento de los problemas psicológicos entre los menores de edad, según las consultas atendidas a través de las Líneas de Ayuda ANAR: aumentaron hasta situarse en un 22,2%, respecto al 17,3% del 2019. Separado por etapas es aún más preocupante: durante la vuelta al cole, los problemas psicológicos pasaron del 16,5% en 2019 al 24,9% en 2020.