Exactamente 45 años después que España abandonara el Sáhara Occidental la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD) ha declarado el fin del alto al fuego firmado en Rabat en 1991 entre Marruecos y el Frente Polisario. El detonante de esta declaración ha sido el envío de fuerzas marroquíes a reprimir civiles en zonas desmilitarizadas.
Brahim Gali, jefe de las fuerzas polisarias ha emitido un decreto anunciando el inicio de las hostilidades y ha ordenado implementar el estado de guerra. Como consecuencia de este alzamiento decenas de voluntarios comenzaron a alistarse en los cuarteles de los campos de refugiados levantados hace 45 años en la región argelina de Tinduf como en las llamadas “zonas liberadas”.
El Frente Polisario asegura haber provocado ya “bajas mortales” contra el Ejército marroquí en el muro de separación en el desierto en respuesta al ataque lanzado el viernes por Marruecos en el paso fronterizo de Guerguerat, que une Mauritania con los territorios ocupados de la antigua colonia española del Sahara Occidental.
Contraataque y represión marroquí
Las Fuerzas Armadas de Marruecos se han desplegado en la zona con el objetivo declarado de garantizar la libre circulación tras semanas de bloqueo por parte de activistas saharauis y de “provocaciones” atribuidas desde Rabat al Frente Polisario, que asegura que ha comenzado a “responder” a esta “agresión directa” y habla ya de “guerra”.
Las fuerzas de seguridad marroquíes reprimieron con dureza manifestaciones en las ciudades ocupadas por Marruecos, en particular en el Aaiún, según dijeron activistas, practicaron varias detenciones.
Rabat considera la zona entre el puesto de Guergarat y la frontera con Mauritania como ‘tierra de nadie’, mientras que el Frente Polisario lo considera territorio propio y que así lo recoge el acuerdo de alto el fuego firmado por ambas partes en 1991.
España aboga por un alto al fuego
El Gobierno de España expresó este viernes su apoyo a los esfuerzos de Naciones Unidas para garantizar el respeto del alto el fuego en el Sahara Occidental y ha destacado “la importancia de la estabilidad en esta región estratégica, eje clave entre África y Europa”.
