“Menos despacho y más zapato. ¿Cómo se gana el carisma?” por Ramón Palmeral

Ya empieza los candidatos a las alcaldías a zangolotear de un lado para otro con sus mítines por las alcaldías, concejalías y diputaciones.

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La campaña empieza con empujones

Finalizados los funerales de Estado del socialista Alfredo Pérez Rubalcaba q.e.p.d. que no llegó a ser presidente del gobierno de todos los españoles…, empiezan los empujones de la campaña municipal por las alcaldías, que según el (INE) se contabilizan 8.114 ayuntamientos, número excesivo, pienso en esta Era Digital en la que nos encontramos. Elecciones que, desembocarán a su vez, en las anquilosadas Diputaciones provinciales como duplicación de los 17 gobiernos autonómicos.

La regla de oro para ganar una alcaldía consiste en «menos despacho y más  zapato» (según el refrán castellano), es decir más calle, ganar carisma como el que tenía al alcalde de Madriz (con z) Enrique Tierno Galván (El Profesor), que era ubicuo, estaba en todas partes de la movida madrileña. Sí, así era, las ruedas de prensa las daba en la calle ante los micrófonos que le ponía un «espontáneo», tenía mucho contacto con la gente (¡gente! ¡¿Quién es la gente? Somos los ciudadanos paganos), son tus vecinos los «idus de marzo» los que te van a votar, como el pesado de las once palmeras. Para conocer los problemas de los barrios hay que ir a los barrio (No solo al conocido Barrio de Santa Cruz más Labradores y calle Castaños),

Debe tener el candidato carisma, esa cualidad innata de los líderes, la simpatía, el don de gente, la natural tendencia de caer bien a los demás por empatía, su palabra o su personalidad, pero no únicamente durante la campaña (no me refiero a la tienda de campaña que se montan los entomólogos para cazar a los insectos nocturnos despistados hacia la luz), sino todo los años. Porque incluso si hay que bailarse unas sevillanas con adustez y seriedad (no dando naturales a una señora) uno se los da, pero eso sí, serio con cara de palo como el torero Belmonte, con elegancia y tronío, que no pasa nada. Que cuando se dan los pases bien según las reglas ontológicas del baile, nunca se hace el ridículo. Pues luego te pueden salir hasta vídeo virales (con virus contagiosos) que dan mucha publicidad gratis, que vale como un pañuelo de diamantes.

La vacuna para los ciudadanos

La única vacuna para inmunizar al ciudadano consiste en endeudarse, a pesar de las broncas que venga de arriba (ya sabes del Gran Jefe Sioux de Hacienda). Porque es absurdo que un ayuntamiento tenga superávit, esto es de tontos, los recortes son de tontos, matar al ciudadano de hambre es de tontos… Si Hacienda pide recortes –que es su obligación europea– tiene luego el salvavidas del rescate y más deuda, y entonces votaremos menos a Europa y más populismo. La deuda es buena. Un ayuntamiento no es como la economía de una casa de familia. A una familia no se le presta, se le desahucia. A un Ayuntamiento se le presta y se la ayuda.

Cuando tienes deudas siempre te pueden perdonar la deuda, y si no tienes qué te van a perdonar, ayudarán a otros que, inteligentemente se lo gastaron todo. Los ciudadanos odiamos a los alcaldes cobardes. Si no tienes déficit, jamás te van a ayudar. La Generalitat Valenciana ayuda a los que están ahogados de deudas. Es como la madre que siempre da de comer primero al hijo más débil.

Hay que remangarse

Si el tradicional dicho del alcalde dice: «Menos despacho y más zapato». Yo añado que mejor con zapatillas deportivas que los zapatos, que amortiguan los juanetes. Otros medios de comunicación son las televisiones (Canal Nou en 2013 y tras conocerse la existencia de un agujero de más de 1.300 millones de euros, se evaporó). También están las Radios, hay que tener micrófonos abiertos, a los vecinos, a sus quejas, a los problemas de los barrios. Una alcaldía vive para resolver los problemas de su municipio no para mirarse el ombligo.

Hay que remangarse, dejar la corbata autoritaria en el armario, y dejar a un lado a la propia  familia. Porque es tiempo de estar con las asociaciones de vecinos, los Moros y Cristianos, santos patrones de los barrios, asociaciones artísticas, literarias, asociaciones de discapacitados, ayudas a las guarderías, a la natalidad, a los escolares desde bebés hasta las becas universitarias. La labor benemérita de servicio a los demás es dura, pero es una vocación, no es política de corbata y camisa blanca, sino cómo vamos a trabajar más por la ciudadanía.

Sí señor candidato, hay que remangarse sin miedo a perder algún anillo.

Los «güasap» de estos días están a reventar con chistes de todo tipo, como la embarazada que al estornudar da a luz a un crío de dos años. Y así es nuestra sociedad, lo quiere todo rápido y de inmediato.

Ramón Palmeral.