Futuro Imperfecto

Quienes se lucran del sudor humano, no están dispuestos a compartir

1625
El futuro de la juventud
Josep Manel Sánchez

La juventud actual no solo ha perdido esa inspiración que en otros tiempos manifestaba con energía limpia, sin contaminar, sino que también ha perdido la esperanza de lucha por un futuro económico y social estable. El trabajo digno de nuestros jóvenes, es un billete de lotería premiado, por el que pugnan miles de ellos/as; y lo máximo que consiguen la mayoría –“que es otro tipo de suerte”-, es un trabajo ingrato y mal pagado, a tiempo parcial. Otros emigran; y un 45% vegetan en los hogares familiares, con una pantallita entre sus manos-“que no falten”-, donde vomitan su soledad.

Mientras, la omnipotente y persistente sociedad zombi sigue consumiendo y consumiéndose, accediendo a productos irrelevantes mediante la hipnosis propagandística, cada vez más certera, agresiva y minuciosa; escrutadora de todos los rincones de la mente; parámetros humanos donde hurgar las debilidades más insospechadas, comprimiendo esa esponja cerebral hasta dejarla seca de neuronas y euros: ¡QUE NO QUEDE EL MÍNIMO ESPACIO PARA EL LIBRE ALBEDRÍO!

El futuro de la juventud
Eva María Palenzuela

Así se consigue individualizar lo colectivo, atomizar pensamientos y enclaustrarlos en celdillas, donde cada uno/a defienda su “independencia”, con respecto a cada uno de los otros/as. De esta manera, los que llegan a fin de mes, no se interesan por los que no llegan, porque ganan sueldos de pobres; y los que no llegan a fin de mes, no se interesan por los parados que limosnean una bolsa de comida, y a éstos, no les interesan los mendigos sin techo…y así sucesivamente. Los hombres asalariados se conforman, porque aún cobran más que las mujeres, y éstas, reivindican ganar la misma miseria que ellos: en una sociedad de ¡sálvese quien pueda!, no se salva nadie, excepto los de siempre. Además, la individualización unilateral crea la auto culpa, para el que no ”prospera,” asignada por el dedazo de la sociedad global. ¡Ya está bien de pasarnos por la trompa a los supermillonarios, que han incrementado su patrimonio, mientras las bombas siguen asesinando a mujeres, niños y ancianos/as, en Siria, Afganistán o Yemen!

El problema principal es que no hay políticos capaces de hacer funcionar adecuadamente la maquinaria política, esa gran ciencia, que de ser bien conducida y gestionada, al servicio de las necesidades de las mayorías sociales, resolvería nuestro futuro inmediato, comenzando por el presente: Pero esto – de momento-, parece entrar dentro de la política ficción.

Estoy de acuerdo de que una revolución integradora de todos los estamentos sociales no se improvisa, se gesta en las conciencias humanas poco a poco, hasta que germina la determinación insoslayable, de que hemos de ser las mayorías de este mundo globalizado, las que tenemos que ponernos en marcha para decidir nuestro destino.