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jueves, 25 abril 2024

Proyecto Islero: Cuando España pretendía tener armas nucleares

El proyecto estuvo en marcha hasta 1981.

Little Boy (en español: Niñito o Niño Pequeño) fue el nombre con que se bautizó a la bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Little Boy fue lanzada desde el bombardero estadounidense Boeing B-29 Superfortress llamado Enola Gay, pilotado por el coronel Paul Tibbets, el cual bautizó con el nombre de su madre al avión, desde unos 10 450 m de altura. La bomba explotó a las 8:15:45 AM (JST), aproximadamente, a una altitud de 600 m sobre la ciudad japonesa, matando aproximadamente a 140 000 personas. El 15 de agosto, el Imperio de Japón anunció su rendición incondicional frente a los Aliados, concluyendo la Guerra del Pacífico y, por tanto, la Segunda Guerra Mundial.

Desde entonces bastantes países intentaron despegar en su carrera nuclear. España, pese a estar en un régimen no democrático, tuvo ayudas externas para llevarlo a cabo.

En 1955 España firmó con Estados Unidos un acuerdo de cooperación nuclear dentro del programa Átomos para la Paz. En diciembre de 1958 el dictador Francisco Franco inauguró el Centro de Energía Nuclear Juan Vigón en la Ciudad Universitaria de Madrid. Debido a la complicación de las relaciones con Marruecos después de su independencia en 1956 el Alto Estado Mayor planteó desarrollar medios que disuadieran a los marroquíes de reclamar Ceuta, Melilla, el Sahara español u otros territorios españoles. Por eso en 1963 comenzó a fraguarse la idea de una bomba atómica española y se encargó un informe secreto sobre las posibilidades reales de construirla sin alertar a la comunidad internacional.

El accidente de Palomares sirvió también para obtener información al respecto, un accidente nuclear ocurrido en el contexto de la Guerra Fría, en la localidad española de Palomares, perteneciente al municipio de Cuevas del Almanzora (Almería), el 17 de enero de 1966, y en el que dos aeronaves de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos [United States Air Force (USAF)], un avión cisterna y un bombardero estratégico B-52, colisionaron en vuelo en una maniobra de reabastecimiento de combustible, que provocó el desprendimiento y la caída de las cuatro bombas termonucleares que transportaba el B-52, así como la muerte de siete del total de los once tripulantes que sumaban ambas aeronaves.

El nombre del proyecto hacía referencia al toro que mató al torero Manolete (Islero).​ Su dirección fue encargada en 1963 al ingeniero y general de división del ejército del aire Guillermo Velarde, quien poseía ya un bagaje científico considerable.a​ El trabajo se dividió en dos fases: el proyecto de la bomba atómica en sí, y la construcción de un reactor nuclear, la fábrica de los elementos combustibles del reactor y la planta de extracción del plutonio de los elementos combustibles sacados de este reactor. Se optó por una bomba de plutonio-239 porque era más barata de producir. Se redescubrió en 1966 el proceso Teller-Ulam –base de las verdaderas bombas termonucleares– gestado en 1952 por Stanisław Ulam y Edward Teller en los Estados Unidos. En 1954, Andréi Sájarov hizo lo propio en la Unión Soviética y, en 1966, Robert Dautray en Francia y Peng Huanwu en China lo hicieron también. Pero Franco mantuvo una reunión con Velarde en 1966 en la que ordenó posponer indefinidamente el desarrollo físico, aunque no teórico, del proyecto: creía que antes o después sería imposible mantenerlo en secreto y deseaba impedir más sanciones económicas. Permitió sin embargo que las investigaciones siguiesen adelante, pero desligadas de las Fuerzas Armadas, y se comprometió a no firmar un acuerdo internacional que se estaba negociando en ese momento para prohibir la fabricación de armas nucleares. El 1 de julio de 1968 casi cincuenta países firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear, pero no España. En la Junta de Energía Nuclear –JEN, hoy Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas– se instaló el primer reactor español con capacidad para producir plutonio para las bombas, y los primeros gramos de este material se obtuvieron el año siguiente.

En 1971, a instancia de Manuel Díez-Alegría, jefe del Alto Estado Mayor, Velarde retomó el Proyecto Islero. El plutonio se produciría discretamente en la central nuclear de Vandellós –de tecnología francesa, pues el general Charles de Gaulle apoyaba la idea de una España atómica–, y se barajaba el desierto del Sahara para realizar las pruebas. Esto, según algunos, habría costado hipotéticamente la vida al almirante Luis Carrero Blanco el 19 de diciembre de 1973, el día después de entrevistarse con Henry Kissinger al respecto en Madrid, si es verdad que este se hallaba enterado del atentado de ETA contra el mismo, que le costó la vida. Sin embargo, el proyecto siguió: en 1977 se conocía el alcance proyectado para el Centro de Investigación Nuclear de Soria: 140 kilos de plutonio al año, suficiente para fabricar 23 bombas anuales. Pero las presiones estadounidenses arreciaban; en 1981 el gobierno español aceptó cancelar el proyecto y someter los materiales a la inspección del Organismo Internacional de Energía Atómica. En 1987 el gobierno del PSOE firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que clausuró simbólicamente el proyecto.

Actualmente hay diez países que han detonado satisfactoriamente armas nucleares. Cinco de ellos están considerados «estados nuclearmente armados», un estatus reconocido internacionalmente otorgado por el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT por Non-Proliferation Treaty, en inglés). En orden de adquisición de armas nucleares, éstos son: los Estados Unidos de América, la Federación Rusa (la antigua URSS), el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, la República Francesa y la República Popular de China.