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viernes, 29 marzo 2024

Pensión de jubilación o estafa piramidal

Columna de opinión de Serafín Serrano, Presidente Comisión Ejecutiva provincial del partido TÚpatria Alicante

El actual sistema de pensiones de la Seguridad Social está abocado a la quiebra. Nuestro Gobierno, cada vez con mayor frecuencia, “tira” del Fondo de Reserva (los últimos ahorros de la Seguridad Social) para poder hacer frente al pago de los pensionistas.

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Es simple. La población española envejece y el sistema precisa cada vez de un mayor desembolso para retribuir una más que merecida jubilación, al tiempo que el mercado laboral se reduce y con ello las aportaciones. No es necesario ser economista para entender que cuando aumentan los gastos y se reducen los ingresos, el resultado final es la bancarrota.

Los más prestigiosos entendidos señalan que el principal problema del sistema público de pensiones radica en que las aportaciones de quienes cotizan no son invertidas. Simplemente se utilizan para pagar la jubilación de quienes salen. Exactamente la misma estructura en la que se argumenta una estafa piramidal. Si comparásemos este sistema de pensiones institucional con el establecido por cualquier entidad financiera, descubriríamos que nada tiene que ver. En esta, el dinero que un cliente aporta no es utilizado para pagar el subsidio de quienes ya están jubilados. Es un dinero “a su nombre” invertido en activos libremente elegidos. Y el día que un partícipe alcanza la fecha de jubilación, su pensión saldrá de una cuenta de la que es titular y donde se acumula tanto el dinero aportado como el rendimiento generado. Para ellos o sus legítimos herederos. Y todo ello al margen del número de suscriptores.

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Por el contrario, el Ejecutivo impone unilateralmente normas restrictivas al sistema público para poder disfrutar de este “derecho” a recuperar nuestro dinero tras una vida entera de pago: un período mínimo y elevado de cotización, las viudas o viudos cobran la mitad de lo que corresponde al cotizante, los legítimos herederos perciben un 20% y solo si reúnen unas importantes exigencias; o la modificación no consensuada de la fórmula que más tarde se utilizará para calcular la cantidad a percibir, entre otras.

Agónicas, impuestas, fulminantes y legales medidas que dilatan una imparable realidad: la quiebra absoluta del sistema de pensiones de la Seguridad Social. Parches sobrevenidos que retrasan la inmovilización total de la rueda en un intento desesperado de que se cumpla aquello de: “el que venga detrás que arree”.

La solución parece dirigirse hacia el abandono del actual sistema de “reparto” y comenzar uno de “capitalización”, como el que se contrata en cualquier entidad financiera (visto anteriormente). Una transición muy compleja, pero posiblemente la única alternativa a un trágico y señalado desenlace.

Y este, grosso modo, es el problema básico: “el dinero aportado durante toda una vida laboral por cada uno de nosotros no es nuestro. Genera un “hipotético derecho”, pero no un patrimonio individual que podamos recuperar en el futuro”.

El resultado es humillante: tras 40 años de trabajo, pagando mensual y religiosamente a la Seguridad Social, acabamos “mendigando” a los políticos una pensión que nos permita sobrevivir.

Son situaciones como esta las que nos llevan a pensar que el Estado de Bienestar en el que “se nos ha introducido” sirve para poner tope al nivel de vida de la mayoría de nosotros, consiguiendo someternos y manipularnos, excepto a quienes con su resto (ingresos netos) han podido invertir por su cuenta.

Y a la generalizada experiencia me remito: quienes nos han gobernado suelen olvidar proyectos a largo plazo. Actúan y acometen inversiones del “aquí y ahora”, con el único fin de asegurar la victoria en unas inmediatas elecciones. Algo a lo que nos tienen demasiado acostumbrados.

Y, llegado a este punto, planteo la siguiente cuestión: ¿vivimos “gracias” a este supuesto Estado de Bienestar o lo hacemos “a pesar” del mismo?

Un sistema del “pan para hoy y hambre para mañana” donde solo se enriquecen quienes se encuentran más cerca de la cúspide…