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jueves, 28 marzo 2024

Cuando la ideología se convierte en bicicleta

Carlos San José es presidente de Contigo Elche.

Decía Groucho Marx que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Estoy convencido de que ya debía estar pensando el bueno de Groucho en nuestra concejala de movilidad, Esther Díez, más cercana al otro Marx, por sus políticas alejadas de la realidad.

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En su obsesión de civilizar y educar en modernidad y ecologismo a los ilicitanos, esta semana le tocaba el turno a la Avenida Juan Carlos I, una arteria vial que no pudieron cambiar de nombre en el Pleno y parece que ahora se vengan destrozándola… Bromas aparte, seguimos con la moda de  hacer algo aparentemente ecológico y moderno pero que trataré de demostrar que es justamente lo contrario, además de peligroso.

Me gustaría hacer un análisis con datos y no caer en el fácil enfado que como conductor, ciclista e ilicitano me producen estas actuaciones, así que trataré de ser metódico en ello. En primer lugar hay que pedir a la concejala la justificación técnica y no ideológica de la obra que ha hecho, entiéndase: número de usuarios habituales, número de accidentes y atropellos a ciclistas en Elche en la última década y estudio profundo de la afección al tráfico… A continuación, analizar la cantidad de ilicitanos que van a cambiar su coche por la bici para ir a trabajar cada día gracias al diseño de sus carriles; seguidamente hay que valorar una cuestión matemática obvia ya que al mismo número de coches con menor espacio habrá más congestión de tráfico aumentando la contaminación que es precisamente lo que se dice que se pretende evitar, además de la contaminación acústica de bocinazos que a partir de ahora tendrán los vecinos de la zona.

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Esta semana el gobierno anunciaba las nuevas medidas de tráfico que reducirán la velocidad en arterias urbanas a 30 kms/hora, prácticamente la velocidad de una bicicleta. Para los que nos desplazamos habitualmente en bici es una buena noticia, esta medida va a favorecer la convivencia entre bicis y coches por las calles sin necesidad de carriles ni separaciones puesto que si ambos vehículos llevan la misma velocidad el riesgo de colisión o molestia se reduce al mínimo. No me gusta ponerme de ejemplo, pero es que llevo toda la vida circulando en bici por la ciudad (si la concejala hubiese preguntado a los ciclistas jamás habría hecho el disparate de Juan Carlos I). Hace muchos años, los coches te pitaban y te avasallaban por las calles, pero hoy en día la educación y el civismo son la nota predominante y me enorgullece ver como los vehículos ilicitanos conviven sin incidencias por las calles con nosotros, los ciclistas.

He recorrido muchos kilómetros en bici y siempre he ido por mi derecha plácidamente desplazándome a cualquier rincón de mi ciudad. Desde que se puso de moda hacer carriles para ciclistas como moda “progre” cada vez que tengo que circular por alguno me encuentro mil dificultades: para entrar y salir debo invadir el carril contrario, recorro unos metros para encontrarme en medio de nada, hay peligrosos cruces que ni los coches ni las bicis saben quién tiene preferencia, hay preciosos semáforos cada 15 metros y lo más lamentable es que no me sirven para nada porque siempre he circulado con normalidad por la calzada.

Puede parecer una experiencia muy particular, pero la mayoría de compañeros ciclistas evitan los carriles bici por su peligrosidad. Las pocas personas que puedan usar el carril bici por pasear o por circular intermitentemente por una avenida no pueden justificar una inversión millonaria, un caos circulatorio, un ahogo a las familias que no pueden aparcar y un destrozo del tráfico de una ciudad.

Ignoro si la concejala Esther Díez suele utilizar la bicicleta para algo más que hacerse la foto inaugurando metros de carril bici, pero le recomiendo encarecidamente que tenga la experiencia de circular por sus carriles para ir a algún sitio y nos cuente.