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sábado, 4 mayo 2024

Cáritas Diocesana ha acompañado a 6.304 refugiados en la Diócesis de Orihuela-Alicante

Se han recaudado 280.110 euros, principalmente destinados a distintos proyectos para atender la emergencia humanitaria en Ucrania y países fronterizos

La invasión de Ucrania por parte de Rusia el 24 febrero 2022 ha supuesto un punto de inflexión en la historia de Ucrania, de Europa y del mundo. Estamos en el tercer año de un conflicto con un impacto mundial enorme (inflación de recursos energéticos, disminución de las exportaciones agrícolas). Ucrania se lleva la peor parte, con el 40% de la población ucraniana dependiente de la ayuda humanitaria para sobrevivir (unos 18 millones de personas).

El este del país vive un continuo conflicto a fuego abierto. En esta zona, los desplazamientos internos continúan y la situación humanitaria sigue siendo muy grave. En las zonas desocupadas, se están realizando estudios para valorar todas las necesidades. La restauración de viviendas, acceso a bienes básicos, desminado de tierras agrícolas, y restauración de infraestructuras básicas son las principales prioridades.

Durante el pasado año, las Cáritas en Ucrania han atendido a más de 1,3 millones de personas ofreciendo los siguientes servicios: apoyo psicosocial y educación, alojamiento, agua y saneamiento, comida y necesidades básicas, y ayuda económica.

Para este 2024 las estrategias de intervención se distinguen entre el este del país, donde la ayuda humanitaria de emergencia sigue siendo básica, y el centro y oeste, donde la integración social, el acceso al mercado laboral (muchas personas ya han acabado con sus ahorros), el acceso a la salud y educación, el acceso a un alojamiento digno de media estancia, y la atención a la salud mental y a las personas con diversidad funcional, son la prioridad.

El conflicto armado ha provocado un movimiento migratorio masivo, tanto internamente como fuera de las fronteras de Ucrania. La cifra se mantiene en más de 6.400.000 personas. Todas las Cáritas de la región han estado continuamente movilizadas ante la llegada de personas refugiadas ucranianas, colaborando con gobiernos y otras organizaciones para garantizar la atención, el cumplimiento de los derechos de los refugiados y la mejor integración posible por parte de las comunidades locales.

Respuesta de Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante

Desde que comenzó el conflicto en Ucrania, Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante a atendido hasta la fecha a 6.304 refugiados de manera directa, personas que han llegado a la Diócesis huyendo de la guerra y buscando un refugio seguro, principalmente familias compuestas por mujeres con niños o personas mayores a su cargo.

Entre las ayudas que se han prestado la mayoría han estado relacionadas con alimentación, vestido y vivienda. Respecto a la vivienda se han centrado en ayuda al alquiler, apoyo en la compra de electrodomésticos y enseres, acondicionamiento de las viviendas y acogida en recursos y viviendas propias de Cáritas o cedidas ante la emergencia.

Otro aspecto en los que se ha dado respuesta ante las necesidades de las familias refugiadas ucranianas ha sido en el aprendizaje del idioma y actuaciones relacionadas con la orientación, formación para el empleo, diseño de plan de inserción laboral o talleres de formación prelaboral, así como la dotación de equipos informáticos para poder desarrollar actividades laborales.

Para Cáritas Diocesana ha sido fundamental la coordinación y el trabajo conjunto con asociaciones y organizaciones ucranianas presentes en la provincia de Alicante ya que ha posibilitado la rápida y efectiva respuesta antes las emergencias de las familias refugiadas. En algunos casos se han cedido locales de Cáritas para que otras organizaciones pudiesen dar respuesta también a las necesidades de las personas refugiadas.

Cáritas Diocesana ha recaudado hasta ahora 280.100 euros para responder a la campaña de emergencia que se puso en marcha en el momento que comenzó el conflicto, destinándolos, a través de Cáritas Española, a apoyar a Cáritas en Ucrania y países limítrofes en su respuesta a la emergencia. También se ha contado con dos subvenciones del Ayuntamiento de Alicante y de la Diputación de Alicante que se han destinado 80.000 para apoyar a Cáritas Moldavia en la acogida de refugiados ucranianos.

Respuesta de Cáritas Española

Cáritas Española, en su apoyo a las Cáritas en Ucrania, llevaba trabajando sobre el terreno desde 2010, y desde 2014 en la región del Donbass. Desde el estallido de la guerra está apoyando el trabajo humanitario de Cáritas Ucrania y las Cáritas de países europeos fronterizos.

Cáritas Española tiene previsto movilizar a lo largo de este 2024 otros cuatro millones de euros para responder a la emergencia humanitaria tras dos años de guerra en Ucrania. Estos fondos se suman a los 6,4 millones de euros que ya han sido enviados a las dos Cáritas presentes en Ucrania (la católica de rito griego y la católica de rito latino) y a la red de Cáritas en los países limítrofes para hacer frente a las necesidades de la población.

Con estos fondos, Cáritas Española tiene previsto seguir apoyando los proyectos de emergencia, y los que sostenía antes de la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022. Estos programas están relacionados con el apoyo a familias vulnerables, personas con diversidad funcional, fortalecimiento institucional y lucha contra la trata de personas. Cada vez hay más menores a cargo de madres cabeza de familia, cuya protección es urgente.

Para este 2024, Cáritas Española está explorando además nuevas colaboraciones en sectores complementarios fuera de la familia Cáritas para poder dar respuesta, por ejemplo, en educación en emergencias.

Situación muy grave

Se estima que el 40% de la población en Ucrania, unos 18 millones de personas, dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. La peor parte se vive actualmente en el este del país donde el conflicto sigue a fuego abierto. En esta zona, los desplazamientos internos continúan y la situación humanitaria sigue siendo muy grave. Cáritas estima que unas 380.000 personas se encuentran en una situación muy difícil.

El año pasado, la red de Cáritas en Ucrania consiguió atender a más de 1,3 millones de personas (6,2 millones desde el inicio de la invasión rusa). La mayoría de las ayudas estuvieron relacionadas con la provisión de alimentos, agua y saneamiento, alojamiento, apoyo psicosocial, educación y ayuda monetaria. El apoyo se ha destinado principalmente a la población rural, donde se encuentran las personas en situación de mayor vulnerabilidad y con menos capacidad para acceder a los servicios de salud y educación.

Para este 2024, las estrategias de intervención se distinguen entre el este y el oeste del país. En el este, la ayuda humanitaria de emergencia sigue siendo básica. En el centro y el oeste, en cambio, la prioridad es la integración social, el acceso al mercado laboral, a la salud, a la educación o a un alojamiento digno. Concretamente, en las zonas desocupadas se están realizando estudios para valorar todas las necesidades. Las principales prioridades son la rehabilitación de viviendas, acceso a bienes básicos y desminado de tierras agrícolas.

Obstáculos del trabajo humanitario

Entre los principales obstáculos que deben afrontar los trabajadores humanitarios son los ataques indiscriminados a civiles e infraestructuras básicas. Los ataques masivos obligan a parar la atención a las personas y provocan muchos problemas a la hora de hacer frente a las bajas temperaturas del invierno. Estos constantes cortes de actividad, unidos a la estresante situación que vive el país, también están pasando factura en la salud metal de los trabajadores humanitarios.

El conflicto armado ha provocado un movimiento migratorio masivo, tanto internamente como fuera de las fronteras de Ucrania. Se estima que alrededor de 6,4 millones de personas han tenido que salir del país. Más de 210.000 han recibido ayuda de las Cáritas en los países fronterizos (Polonia, Rumanía, Moldavia y Eslovaquia). Para este año 2024, todas las Cáritas en frontera tienen previsto reforzar el acompañamiento en el acceso a los servicios sociales básicos (salud, educación), alojamientos de medio plazo e integración en el mercado laboral.