Con la llegada del fin del Estado de Alarma y la apertura de las líneas marítimas, la Isla de Tabarca ya cuenta con un nivel de ocupación alto, como cualquier verano en circunstancias normales. Este pasado sábado 27 de junio, tabarqueras y lanchas rápidas traían a miles de visitantes que querían disfrutar de sus calas de ensueño y del más que conocido “caldero de pescado“.
Además, en sus aguas cristalinas y de diferentes tonalidades fondeaban barcos, veleros y yates, cuyos tripulantes pasaban un día de sol, playa y desconexión en familia o con amigos.
Pero mientras la Isla ofrecía, por un lado, restaurantes llenos, lo que supone una reactivación de la economía local, y calas paradisiacas; por otro, mostrada el otro lado que muchos prefieren no ver, la suciedad extrema.
En distintos rincones de la Isla se podían divisar montones acumulados de basura en las zonas de contenedores. Imágenes que distorsionaban el encanto singular de esta joyita del Mediterráneo.
Colchones acumulados de cualquier manera en el sendero de acceso a una cala, palets rotos tirados en varios sitios, muebles viejos, bolsas de basura acumuladas en diferentes lugares…
A pleno sol y en las horas de máxima ocupación de la Isla, en un sábado de finales de junio que parecía agosto, os mostramos la doble imagen de Tabarca, paraíso y vertedero.
