Este es un debate que está a la orden del día: ¿Nos robará los trabajos la inteligencia artificial? La opinión más habitual entre los expertos es que, si bien la IA va a tener un protagonismo indiscutible en el mercado laboral a medio plazo, lo cierto es que su función va a ser de soporte y colaboración con los humanos y no tanto de relevo. Cabe matizar que habrán tareas donde la sustitución será total; especialmente, en aquellas que se puedan automatizar y que tienen un menor valor añadido.
Pero, por otra parte, también será necesario preparar a los trabajadores para supervisar lo que haga la inteligencia artificial y poder dirigirla, al tiempo que se le dan instrucciones y se fijan los objetivos que deberá cumplir. Por tanto, está claro que su irrupción va a conllevar la creación de toda una serie de nuevos puestos de trabajo relacionados con su funcionamiento, lo que implica innovadoras oportunidades profesionales y la necesidad, en muchos casos, de reciclar nuestros conocimientos.
Recientemente, se ha publicado un listado de novedosas profesiones vinculadas a la IA que podrían ser altamente necesarias a 5 años vista. En la mayoría de casos, hablamos de dotar a esta herramienta de la información necesaria para que realice su trabajo exactamente como deseamos; es decir, para tutelar su evolución y aprendizaje. Aunque también aparecen algunos trabajos que se centran en la aplicación de la IA en campos específicos y más técnicos; por ejemplo, el sanitario.
En general, se trata de aprender a darle instrucciones precisas, controlar su uso y desarrollo ético, alfabetizarla o controlar su consumo energético (algo mucho más importante de lo que pueda parecer). En definitiva, profesiones para las que no faltará el trabajo si esta herramienta sigue su estela creciente de aplicaciones en todos los ámbitos. Y es que, a día de hoy, ya no quedan prácticamente sectores y mercados en los que, de una forma u otra, no se esté sacando partido de la IA.

Si la banca electrónica quiere adelantarse a posibles ataques cibernéticos, utiliza la IA. Si el Ayuntamiento de Alicante quiere mejorar el reciclaje en la ciudad, utiliza la IA. Si un destino turístico quiere reducir las masificaciones y crear horarios de visita optimizados, utiliza la IA. Podríamos seguir con los ejemplos durante horas y horas. No es de extrañar que aparezcan tantos usos; después de todo, sus innegables cualidades la convierten en un aliado de excepción.
Por ejemplo, para tomar decisiones informadas y reducir errores humanos. Las compañías logísticas están dejando en manos de esta tecnología la creación de rutas más eficientes y el seguimiento de los transportes, para evitar incidencias. También el análisis del Big Data es un potente activo. Pensemos en el iGaming, cuando pone en marcha la trazabilidad de sus tragamonedas gratis para comprobar qué temáticas y formatos son más populares. Por no hablar de la personalización del servicio al cliente, algo que están aprovechando muchas plataformas de streaming para ofrecer contenidos ajustados a las preferencias de cada suscriptor.
Pero no debemos olvidar que las profesiones del futuro no se van a limitar a “educar” y optimizar a esta herramienta. También los trabajadores requerirán formación para sacar el máximo partido de la tecnología de moda. Por tanto, los expertos que comparten sus conocimientos serán muy valorados a corto y medio plazo. De igual manera, profesionales capaces de estudiar las necesidades de la empresa y sugerir aplicaciones de la IA en la organización, además de ayudar a implementarlas, son cada vez más demandados.
Si el proceso de transformación digital ha sido dilatado y todavía no ha llegado a completarse en su totalidad, la eclosión de la IA en el tejido empresarial parece que va mucho más rápido. En parte, por sus ventajas inmediatas; en parte, por la necesidad de no quedarse rezagado en comparación a la competencia. Por eso, el reciclaje de conocimientos relacionados con este recurso, ya sea para entrar al mercado laboral o para progresar en él, parece ser absolutamente imprescindible, sea al nivel que sea. La cuestión se centra más en si es correcto hablar de futuro, cuando, en realidad, sería más adecuado referirnos ya al momento presente.


