Cuando nos adentramos en las salas del MARQ, en las que están distribuidas las 130 piezas de la muestra, podemos percibir un suave olor, extraño e inusual en un museo. En la primera sala nos invade un aroma a cerezo y arroz, especialmente diseñado para este espacio, en el que podemos observar armas, unidades de peso y volumen, monedas y otros objetos que llegaban a Europa traídos por los mercaderes a través de la ruta de la Seda.
El comisario de la exposición, Marcos Martinon-Torres, asegura que “la muestra ofrece un diseño inédito, con recursos sensoriales que han permitido crear un ambiente inmersivo a través de diferentes olores y con la presencia permanente de la música”.
A lo largo de todo el recorrido estamos permanentemente acompañados de una sintonía de sonidos orientales, compuesta expresamente para esta exposición por el músico Luis Ivars.
La iluminación es tenue e indirecta y resalta el valor y el misterio de estos objetos. En este primer espacio, también puede observarse la reproducción de un monolito con una inscripción, datada entre los años 475 y 220 a.c., que se considera la primera muestra conocida de la caligrafía china.
En la segunda sala podemos percibir el aroma del incienso. Nos adentramos en el mundo de los muertos, y nos vemos rodeados por numerosos objetos funerarios. El emperador Qin Shi Huang, que deseaba gobernar eternamente, se construyó en el centro del Imperio una tumba colosal. Allí se hizo enterrar con todo lo que creía necesitar para seguir viviendo y mandando después la muerte.
La pieza más destacada de esta sala es el Carro del Emperador, una réplica idéntica al que transportó su cadáver cuando murió. La excavación de este carro fue un arduo trabajo arqueológico. El conjunto pesa más de 1200 kilos y está compuesto por 3000 piezas, muchas de ellas de oro y plata.
La complejidad de esta exposición, y las dificultades técnicas y logísticas para transportar y montar las piezas, han sido subrayadas por el Consejero de Administración del Patrimonio Cultural del Gobierno provincial de Shaanxi, Luo Wenli: “Empezamos a trabajar en este proyecto hace cinco años, y esta exposición marca una nueva perspectiva en las relaciones culturales entre España y China.”. El descubrimiento del mausoleo de Qin Shi Wang y sus tesoros, representan “una nueva fase en la arqueología china”, según Wenli.
Las excavaciones arqueológicas en el mausoleo continúan hace más de cuarenta años. Además de hacer descubrimientos en el campo, los investigadores también responden a preguntas en el laboratorio. El proyecto se ha convertido en pionero mundial en la aplicación de ciencias a la arqueología.
Por fin llegamos a la tercera sala en la que están expuestos los Guerreros de Xi’an. La estancia huele a flor de loto y té. Las figuras de terracota tienen un aspecto impactante dentro de sus urnas de cristal. Son representaciones de varios soldados y un general. Sorprenden los detalles de sus uniformes y sus posturas marciales y desafiantes. El emperador Qin Shi Wang se hizo enterrar con ocho mil soldados de terracota, que durante dos mil años han protegido el acceso a su tumba. Las autoridades chinas ahora solo permiten sacar del país como máximo nueve figuras.
Los soldados miran hacia Oriente, quizás esperando que llegue desde allí un enemigo vengador. El trabajo de los arqueólogos y los científicos ha hecho posible que sepamos mucho más acerca de los conocimientos técnicos y la organización logística de los esclavos y trabajadores forzados que construyeron los Guerreros de Xi’an.
Durante los primeros días de la exposición, miles de personas han disfrutado de esta experiencia novedosa. La reserva de entradas para la exposición se puede hacer a través de la página Web y directamente en las taquillas del Museo Arqueológico.
