Los ministros de Pesca de la Unión Europea mantienen abierta la negociación para fijar las posibilidades pesqueras de 2026 en el Atlántico y el esfuerzo en el Mediterráneo. Tras una sesión que se prolonga desde el jueves y que terminó de madrugada antes de reanudarse a primera hora, la presidencia puso sobre la mesa una primera propuesta de compromiso con escasos avances para España, que considera que el resultado aún está abierto y depende de varios frentes.
Mediterráneo
El capítulo más complejo sigue siendo el Mediterráneo. La Comisión ha propuesto que cada buque de la flota española salga a faenar 9,7 días al año en 2026, un recorte del 64% respecto a los 27 días inicialmente planteados para 2025. Un ajuste de esta magnitud limitaría de forma drástica la actividad y dificultaría la planificación de las empresas y tripulaciones, por lo que España trabaja con Francia e Italia en una posición común que ofrezca una alternativa razonable.
Los tres países buscan una fórmula más sencilla que tenga en cuenta que el estado de los recursos es mejor este año y que el sector español ha realizado un esfuerzo notable con medidas inéditas y ambiciosas. Entre ellas figuran la implantación de puertas voladoras, cambios en la malla de las redes, vedas y cierres temporales, acciones destinadas a reducir el impacto sobre los ecosistemas y a mejorar la selectividad de las capturas. El objetivo declarado es asegurar una pesquería sostenible sin desmantelar el tejido productivo del litoral mediterráneo, de cuya continuidad dependen numerosos empleos directos e indirectos.
La delegación española evita detallar sus opciones para no encorsetar la discusión, pero insiste en que cualquier acuerdo debe reconocer el esfuerzo ya realizado por la flota y aportar reglas claras y aplicables en el día a día.
Atlántico
En el Atlántico, la caballa concentra la mayor preocupación. A día de hoy no hay acuerdo con los Estados costeros —Islas Feroe, Groenlandia, Islandia, Noruega y Reino Unido—, lo que impide fijar un planteamiento definitivo y obliga a explorar alternativas temporales. Desde posiciones regionales se critica que algunos Estados estén capturando sin cuota mientras a otros se les exige reducciones cercanas al 70%, un ajuste que, en el caso de Euskadi, se traduce en una pérdida significativa de actividad económica, en torno al 35%.
Ante la posibilidad de que el Consejo concluya sin un entendimiento con los Estados costeros, la UE analiza cómo gestionar una pesquería estacional que va de finales de febrero o principios de marzo al verano. Se estudian provisiones que permitan arrancar la campaña con seguridad jurídica y garantizar el cumplimiento de lo que finalmente se acuerde, evitando desequilibrios entre flotas.
Además, España espera confirmar las propuestas en negociación para la merluza y consolidar la subida del 17% del atún rojo. La Unión mantiene conversaciones sobre las cigalas del Golfo de Cádiz y los abadejos, dos especies que preocupan por su situación y sobre las que no hay avances reseñables por ahora. La resolución de estos expedientes permitirá cerrar el cuadro de cuotas de 2026 y ofrecer previsibilidad a un sector que necesita certidumbre para programar inversiones, tripulaciones y campañas.


