No por muy conocida que sea la historia y la fiesta, el acto deja de sorprender y maravillar.
La conquista del castillo por parte de las tropas de la cruz y la embajada cristiana previa de las fiestas de Moros Y Cristianos de El Campello, dan forma a un acto digno de ver y admirar, capaz de sorprender en cada ocasión porque aquí, contrariamente a lo que ocurre en otros municipios, cada año se cambia de embajadores, que cuando son nominados tienen por delante un periodo de 10 meses para aprender de memoria el texto y representarlo en valenciano, otra de las peculiaridades de la reconquista campellera.
El tiempo ha respetado las fiestas, y la toma del castillo se ha desarrollado hoy, con un tiempo magnífico, rodeada de un boato digno de las mejores películas históricas.
Rostros ensangrentados, lucha cuerpo a cuerpo y a cañonazos, ariete como mejor arma de asedio derrumbando las puertas del castillo, fuego por doquier y arcabucería intensa han dado forma, una vez más, a un acto que quizás sea de los más deslumbrantes de cuantos integran el intenso programa al que han dado forma la Junta Festera de Moros y Cristianos que preside Marga Sebastià y la concejalía de Fiestas y Tradiciones que dirige Cristian Palomares.
Caras boquiabiertas, niños sin perderse detalle alguno, y adultos emocionados. Son sentimientos que sólo son perceptibles con asistencia presencial. Un acto, el de esta mañana, que ha contado con dos protagonistas de excepción: los embajadores cristiano y moro, encarnados de forma extraordinaria por Adrián Soto y Alejandro Sánchez, cuyas actuaciones se recordarán por siempre por haber sido los artífices de la recuperación de unas fiestas que llevaban tres años sin celebrarse.
