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domingo, 28 abril 2024

La igualdad debe ser un compromiso de todos

Artículo de Opinión de Dolores Mejía, Vicepresidenta Económica de INECA y Directora general de Mercalicante

La incorporación de la mujer en el mercado laboral se ha transformado considerablemente en la última década, alcanzando mejores niveles formativos y profesionales, aunque los datos que conocemos nos revelan con claridad que aún quedan retos pendientes por resolver en esta materia. Si bien es cierto que la mujer, hoy en día, mantiene una mayor presencia en el ámbito académico y laboral, también es cierto que aun quedan espacios donde su presencia sigue siendo minoritaria.

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Hay que invertir esta tendencia y promocionar la inclusión de la mujer en todas las áreas académicas y laborales para construir una sociedad formada desde la igualdad. La idea subyacente, arcaica y vetusta de que la mujer se compromete menos con la empresa, debido a las cargas familiares que asumen, es un concepto erróneo que dificulta y distorsiona sus posibilidades de acceso y ascenso laboral. Un concepto, con el que hay que acabar.

Es necesario combatir, en este sentido, la existencia de ciertos prejuicios sobre la mujer que, en ocasiones, convergen en una idea preconcebida y totalmente equívoca sobre su capacidad para la dirección y toma de decisiones empresariales. Ser considerado como un buen profesional nunca debería ser una cuestión de género, puesto que solo debería importar la valía de la persona.

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Para conseguir que la presencia de mujeres en el mercado laboral vaya a más debemos potenciar y promover medidas de conciliación laboral, personal y familiar. Además, para avanzar en esa igualdad resulta fundamental que se elimine la brecha salarial que existe actualmente en España, tal y como contempla el estudio de INECA.

Considero que vamos en el buen camino y que la mujer cada vez está mejor posicionada laboralmente en casi todos los sectores económicos, incluido el sector agroalimentario. Ahora se valora más su aportación a la cadena y a la seguridad alimentaria y es más tenida en cuenta a la hora de las contrataciones en este sector.

Así se rompe, poco a poco, ese techo de cristal que limita y condiciona el acceso de las mujeres a cargos de responsabilidad en las empresas del sector agroalimentario y a otros cargos que tradicionalmente han sido ocupados por hombres dentro del sector. Aunque aún queda bastante trabajo por hacer soy optimista en los pasos que se están dando, y creo que con la implicación de todos conseguiremos crear un entorno más igualitario.

Para solucionar las diferencias salariales, romper los techos de cristal o desprenderse del ‘suelo pegajoso’ debemos trabajar en equipo. Solo con el compromiso de todos podremos lograr la equidad plena en nuestra sociedad. Y ese compromiso y unión de todos, debe estar acompañado de la implementación de políticas de igualdad, tanto en las empresas privadas como en los organismos públicos, que sean medibles para valorar los avances que se producen en el tiempo.