El calor y las vacaciones conlleva que nuestra dieta se vea modificada y en muchas ocasiones se cometan desequilibrios y excesos.
Las condiciones climáticas no son iguales, por lo que nuestro cuerpo no tiene las mismas exigencias en unos meses que en otros. Por ejemplo, las altas temperaturas del verano implican que nos deshidratemos más rápidamente, provocando así que nuestro organismo nos pida una mayor cantidad de agua. Si la ingesta de alimentos no es la adecuada o no aportamos la suficiente cantidad de agua el cuerpo puede deshidratarse.
Además, en verano, nuestro cuerpo lucha por mantenernos fríos para hacer frente al calor. Por culpa de este factor, nos da mucha más pereza realizar deporte. ¿Qué consecuencia se saca de esto último? Pues que el consumo calórico en esta estación del año es menor que en otras.
Se deben consumir alimentos de temporada y de cercanía.
Y ¿Por qué se deben consumir alimentos de temporada? Por el simple hecho de que la composición nutricional de los alimentos de temporada, en el caso que nos ocupa que es la alimentación estival, es rica en frutas y verduras y es distinta en cuanto a vitaminas y minerales.
Factores como las condiciones del cultivo, clima, el estado madurativo y el tiempo de almacenaje pueden llegar a modificar la composición nutricional de dichos alimentos, y es por ello, la importancia del consumo de frutas y verduras de temporada y de cercanía.
Además, también tenemos que tener en cuenta que el consumo de alimentos que respeten la estacionalidad y la cercanía, son más económicos, tanto a nivel individual como global, asociándose a otro factor realmente importante que es como disminuye su impacto ambiental.
Consejos de una correcta alimentación en verano:
1. Hidratación: Aumentar la ingesta de agua, frutas y verduras.
La ingesta hídrica resulta clave para la regulación de la temperatura interna corporal, pero también es importante en el trasporte de nutrientes y otras funciones vitales para el organismo.
Los niños, adolescentes y personas mayores deben tener especial cuidado en no quedar expuestos a la deshidratación ya que sus mecanismos de detección de la sed no siempre funcionan de manera correcta o puede no percibirse a tiempo.
2. Dieta Mediterránea: Es realmente necesario seguir un patrón de dieta mediterránea durante todo el año y por supuesto, también en verano.
3. Consumir frutas y verduras de temporada. En la época estival podemos disfrutar de multitud de frutas y hortalizas que además de hidratarnos aportan pocas calorías y contienen gran cantidad de vitaminas, minerales y fibra. Destacar frutas como pueden ser el melón y la sandía con gran cantidad de agua y aunque tengan un sabor dulce, tienen un bajo contenido en azúcares, por tanto, son alimentos que las personas con diabetes pueden consumir.
4. Eliminar bebidas calóricas.
5. Moderar consumo de carne especialmente la roja fomentando el consumo de pescado
6. Moderar las cantidades de comida.
7. Utilizar técnicas culinarias sencillas. Destacar que es importante tomar las verduras de forma cruda, de esta manera aprovecharemos todas sus vitaminas y minerales.
8. Evitaremos alimentos altos en grasas trans. ¡Evita estos alimentos tanto en verano como en cualquier otra estación del año!
9. Habrá que limitar el consumo de grasas saturadas. En cuanto a alimentos tan veraniegos como es el helado, se aconseja un consumo ocasional. Habría que valorar opciones saludables como realizarlos de forma casera con fruta natural, yogures o leche.
10. No debemos olvidar el ejercicio físico, y realizarlo de forma regular.
11. Otra cuestión importante es mantener la cadena de frio, y evitar alimentos que han estado expuestos al calor que favorece la propagación de microorganismos y así evitar las toxiinfecciones alimentarias.
Trinidad Castillo García. Enfermera.
Unidad de Nutrición Clínica y Dietética. HGUA.
