Un relevo se gesta en el corazón del PPCV

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Han pasado más de dos meses desde las elecciones autonómicas y el PPCV parece aletargado. La dimisión de Pepe Císcar como presidente provincial de Alicante y que Mari Carmen Contelles no haya sido avalada ni por los concejales de su propia comarca ha hecho que Bonig pierda apoyo en las dos provincias con más peso en la Comunitat y no pise ya sobre suelo firme.

La clave del relevo estARÁ en medir a los políticos por sus buenos O MALOS resultados electorales

Sin embargo no todo está tan en calma, muchos políticos empiezan a dar los primeros pasos: Alicante, la provincia donde el PPCV tiene más afiliados, lleva meses demostrando que tiene mucho que decir en la política autonómica y quiere hacerse valer gracias a su buen resultado electoral, ya que mantienen la Diputación y ayuntamientos clave como Alicante, Orihuela, Torrevieja y Benidorm. El balance de gestión en la Diputación de Alicante más su trabajada política de imagen hacen de César Sánchez un candidato perfecto para tomar la iniciativa de un congreso regional, dejando en Alicante un equipo consolidado de alcaldes que toman el poder y de figuras clave en la política alicantina como el redovanense Adrián Ballester.

La gestión de Bonig, medida en resultados electorales, resulta una de las peores a nivel autonómico comparado con la evolución de las otras autonomías entre 2015 y 2019. Las matemáticas son aplastantes, mientras el PP recuperaba terreno en muchas autonomías, en la Comunidad Valenciana se ha entrado en la zona de pánico al ver próximo el sorpasso de Ciudadanos.

En Valencia ya suenan los tambores de congreso, los primeros interesados en desbloquear la tensión son el alcalde de Alfafar y presidente de la gestora provincial Juan Ramón Adsuara y la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Valencia Maria José Catalá. La gestión de Bonig tratando de imponer a Contelles en la provincial sobre Betoret y la pasividad con la que se ha mirado a la capital han hecho mella entre políticos y afiliados: la desmovilización en la campaña ha sido escandalosa y las inminentes llamadas de la sede del PP con la respuesta “no me interesa” o “me he dado de baja” estaban a la orden del día. Adsuara en la gestora ya se ha procurado rodear de los alcaldes clave que mantienen a flote la provincia, como son los de Ayora y Gavarda y han incorporado a los alcaldes más exitosos en la diputación como han sido el caso de Benaguasil y Xeraco.

En Castellón, Miguel Barrachina mantiene a salvo el feudo natal de Bonig, sin embargo la provincia ha estado marcada por las fugas de ediles por maniobras postelectorales: Benafigos, la Vilavella y la Jana son algunos de los casos que han acabado con bajas de cabezas de lista cuando veian que eran desplazados de los puestos que les correspondían o se les habían prometido. Las tensiones han sido muchas después de tener que asumir la pérdida de la Diputación de Castellón y reorganizar filas a su favor de cara a un próximo congreso, apartando a los afines a Javier Moliner y a aquellos que podrían dar un paso adelante, siendo además muy selectivo en la elección de diputados para tener las de ganar en un congreso por compromisarios. Barrachina lleva desde las autonómicas apagando fuegos, acusado en las municipales de haberse despreocupado de los municipios por “haber conseguido el escaño en les Corts” ahora debe controlar a los alcaldes en alza para que no den un paso adelante en sintonía con el resto de discordantes de la Comunidad Valenciana.

La fecha del congreso se empieza a cocinar para dentro de 9 meses en las trastiendas del PP que además tendría el OK de Génova, tiempo de sobra para que un nuevo PP pueda “parir” una nueva generación de líderes valencianos que les permita recuperar el gobierno de las principales instituciones valencianas.