Natalidad e imaginación

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Natalidad Diario de Alicante
Josep Manel Sánchez

Que los gobiernos europeos y en especial el español estén preocupados por el descenso de la natalidad y el incremento del envejecimiento de la población no debería representar ningún problema de índole económico y social, si tenemos en cuenta el paro juvenil y las migraciones “forzosas” de jóvenes no europeos.

Si para tener descendencia humana, hay que ser joven y poseer un trabajo estable, seguro en el tiempo y bien dotado económicamente, ocurre, que estos requisitos solo lo tienen el diez por ciento de ellos/as en España y el treinta o cuarenta en el resto de Europa. No se puede pretender que se tengan hijos si no se tiene un trabajo digno de por vida: lo que debería ser un DERECHO para todos/as, resulta ser una quimera absurda, desde el punto de vista de la economía más elemental.

Los gobiernos, con sus políticos y empresarios se quejan de que los jóvenes han dejado de ser tontos y de no querer arrastrar una vida de miseria con un montón de hijos/as desnutridos y esclavos de cualquier contrato basura, como el que ellos/as tienen; y considerando, encima, una “bendición” para los elegidos/as de ser explotados/as impunemente a la vista ciega de los sindicatos de ¿clase?.

Señores protestones, estamos hablando de seres humanos no de ratas, -aunque hubo una época que a los judíos los comparaban con ratas y como a ratas gasearon a millones de ellos/as-. Tener hijos e hijas, para darles una educación y una cultura respetuosas con la familia humana que labora en el mundo, requiere un esfuerzo de imaginación que debe materializarse en la realidad con hechos. Si somos una especie “privilegiada”, como algunos factótums anuncian, no se puede excluir a nadie de ese privilegio que, por otra parte, deberíamos de exigir cada uno de nosotros/as, porque nos pertenece. Un ladrillo no es un invento, es el resultado de un trabajo y muchos ladrillos hacen una casa: la casa común de todos/as. Ningún ladrillo es más importante que otro, pero si se extrae solo uno, la casa de todos/as, que es el mundo, se puede derrumbar. Se tendrán hijos/as, cuando se reconozcan las injusticias, los errores y las ineptitudes de los que gobiernan este mundo; y las mayorías afectadas, tenemos el ineludible deber de recordárselos.

Están muy equivocados quienes siguen pensando que el paro y la pobreza pueden persistir indefinidamente teniendo hijos/as, eso pasaba antes, porque los tiempos cambian a favor de la miseria; y algún día tendrá que acabar, o la miseria, o la especie humana. Si no se solucionan estas premisas, dentro de poco el futuro estará en los hijos de los ricos, que se repartirán las cadenas que habrán dejado, como triste legado, los esclavos/as, tras haber decidido no parir.

Si los/as jóvenes de ahora, son capaces de organizarse en una democracia global, orientando la supervivencia hacia la conservación del medio ambiente, el reparto equitativo del trabajo y la colaboración solidaria entre pueblos para acabar con el hambre, creando los elementos necesarios para su subsistencia hasta equiparar a todos los hombres y mujeres del planeta en igualdad de medios y bienes, nuestra especie remontará la vida y podremos seguir teniendo descendencia. Todo depende de ese maravilloso universo de posibilidades que es nuestro cerebro en evolución y revolución.