El timo del toco mocho

En los últimos 20 años se ha triplicado la pobreza

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toco mocho Diario de Alicante
Josep Manel Sánchez

Los hierofantes del poder, afirman que ya “estamos recuperados económicamente y ANÍMICAMENTE  de “su crisis”- los espejos estallan en átomos de mercurio, para vaciar los vientres de las flores que aún no han germinado-, y no se explican cómo las muchachas de las clases trabajadoras y autónomas, en edades fértiles, no comienzan ya a tener prole romana, para engrosar las cohortes de algún CALÍGULA reseteado en mármol, o en esas venideras empresas “conscientes” de que se van a forrar más, pero con “educación”. Muchachas que están en flor de “merecer” no hijos, sino mejores salarios, en igualdad,  dignidad y tiempo de trabajo, muchachas que quieren dejar de ser pobres, porque saben que ser pobres es un camelo de los cuentos de hadas y otras virtudes marianas; y que los trabajos precarios no son la meta a seguir, sino a derribar. Por desgracia, son otros hijos e hijas los que ahora vienen, tras un largo periplo de hambre. Guerras y dictaduras consentidas: miles de ellos/as  se han quedado en el fondo del mediterráneo. De una forma o de otra, ELLOS, TENDRÁN SU PROLE, porque la muerte, hace parir a la muerte.

Caímos en la trampa del falso “estado del bienestar” de los ochenta al 2000; creíamos que el capitalismo se había vuelto loco, dando empleo a todo quisque; llenando de luciérnagas todos los montes que miraban los azules infinitos, y acompañado por toda una marcha  triunfal de tambores y de pífanos: el paso de la oca quedaba lejos…o eso parecía. Pero volvamos al 2018.

Tengo un amigo que se llama Florencio, el otro día lo vi paseando al perrete sobre las diez de la noche, en la mano llevaba una botella de agua, como un bombero, para apagar meadas. Me contó que su hija Alicia había vuelto a casa después de cinco años en Londres y que aquí había intentado buscar un trabajo lo suficientemente digno económicamente como para poder tener un hijo o una hija que pudiera alimentar y educar con cierta decencia, por supuesto, en casa de su padre, porque de independencia…- decía-, no va a ganar ni para biberones, y allí la tengo, con 35 años, en la cama y con depresión, porque todo lo que le ofrecen, o lo que queda, son trabajos tortuosos, por horas y mal pagados. Al momento se detuvo y echó un largo chorro de agua que colapsó parte de la calle. “Que dures mucho”.

Carmen, camarera de hotel, antigua colega, tan despistada y tan reivindicativa como yo, tiene 48 años y sólo dos años cotizados –veremos que ocurre dentro de diez o quince años, cuando los jubilados que mantenemos la “comuna” la palmemos-, y me cuenta que tras varios meses de lucha junto a otras compañeras, por conseguir unos salarios más justos y con menos horas, los empresarios del sector y los sindicatos acordaron una subida salarial del 3% y las mismas horas, pues resulta-continuaba-, que una vez cobrada la subida salarial, que es la máxima pactada para todo el país, me encaminé el día que libraba, al mercado, y compré  lo mismo que la pasada semana, dándome cuenta de que me había costado todo un 6% más caro. O sea que aún con la subida había pagado un 3% más de euros por la misma compra, por lo cual me percaté, que todas las reuniones para ajustar convenios y salarios entre sindicatos y patronal eran el timo del TOCO MOCHO.