Descontamíname

Aflojemos el acelerador si queremos vivir

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Descontaminame Diario de Alicante
Josep Manel Sánchez

No me importa que destrocen y envenenen la biosfera de nuestro planeta los intereses financieros del capitalismo más deshumanizado para el privilegio de unas pocas familias que cada vez se enriquecen más, si el resto mayoritario de ciudadanos/as no hacemos absolutamente nada, excepto lamentarnos de los desastres “naturales” cada vez más gordos, en las peluquerías, supermercados y bares…, como si no fuera con nosotros/as. El gas volcánico que el fumador exhala y el automovilista expulsa por las toberas nos hace daño, como los conservantes en los alimentos, los plaguicidas en los campos y la radioactividad nuclear de las centrales nucleares accidentadas en Japón y Rusia que siguen contaminando la atmósfera y los océanos.

Hoy ya nadie es inocente, ni está excluido de lo que pasa en el mundo, el que contamina, es consciente de lo que hace y de lo que consume. La propaganda puede ser muy potente, pero el consumidor tiene la sartén por el mango…, y también el voto, si merece la pena, porque las armas democráticas más demoledoras las tienen los pueblos.

Que nuestra especie humana está enferma, y en peligro, su capacidad de reproducción, no es ningún secreto…¿pero qué hacemos al respecto? Existe ya una tecnología limpia desde hace muchas décadas y no la demandamos. Podemos tumbar un mercado contaminador tan solo cambiando de opinión, ellos nos manipulan, manipulemos a ellos. Demandemos una tecnología limpia que relegue en un segundo plano la que contamina y nos enferma de por vida.

Tenemos que comenzar a modelar nuestro pensamiento, limpiarlo del óxido manipulador de las viejas y podridas consignas de siempre, nuestros hijos y nietos no merecen esta herencia siniestra de trabajos basura, clandestinos y nocivos, de largas jornadas o breves horas mal pagadas, sin futuro para ellos/as…excepto en las guerras que fabrican los, hasta ahora, dueños de nuestros destinos. Por eso persistimos en la idea del sentimiento de culpa -¿reminiscencias religiosas?- que nos “obliga” a aceptar las miserias políticas, los abusos económicos y los desaguisados ecológicos que se cometen contra el medio ambiente y la agricultura. La inacción y la pasividad con la que afrontamos tanto expolio natural, ambiental y humano, donde se enriquecen unas minorías y se empobrecen las mayorías, nos convierte en carne dócil para su paz y carne de cañón para sus guerras. El beneficio, en cualquier puesto en el que jueguen, siempre es de ellos, el perjuicio, para los pobres y “benditos” ciudadanos/as.

El problema es que los seres humanos andamos todavía con los pies crucificados en los suelos y no nos creemos capaces de cambiar la historia: “Hace frío en la historia”, sentencia en un poema mi buen amigo y poeta Manuel Valero Gómez: “Hermanos y hermanas, dejad de tiritar”.